VIAJE A CHILE

DECIMO OCTAVO Y DECIMO NOVENO DÍAS: EL CALAFATE-TORRES DEL PAINE-PUNTA ARENAS

Estamos ya en Punta Arenas. Esto no es el fin del mundo pero se le parece. Y por aquí pasaba el cóndor.

Salimos ayer lunes a las 05:30 horas de la mañana del lunes desde El Calafate (Argentina) hasta el albergue de la Hostería de las Torrres (ya dentro del Parque Nacional Torres del Paine), en donde hemos pasado la noche del lunes.

NOTA PARA JAVI GALOCHA y JAVI CANTOS: Esto no es lo que era; el Parque de las Torres del Paine se ha convertido en un Disneyworld (en verano, o sea, diciembre, enero y febrero, nos dicen los guardas que llegan más de 150.000 visitantes). Javi, para el verano austral búscate otro sitio, porque esto me parece que es la releche. Tampoco hace falta guía ni nada que se le parezca; caminos preparados para la gran masa, refugios atendidos, albergues, hoteles, etc. Nos decía hoy un guía con el que hemos ido a montar a caballo esta mañana, que ni se te ocurra contratar grupos ni nada. Lo único que necesitas es coger un bus regular al parque (desde Puerto Natales salen tres compañías cada hora ida y vuelta) y ponerte a andar por la gran vía que circunda las torres.

¿Os acordáis del "campamento italiano" donde dormimos un par de noches, al pie de los cuernos del Paine (otro de los emblemas del Parque y entre cuyas dos cimas se intuye la silueta de suramérica), y del lago Grey y su glaciar? Bueno, ahora ya hay albergues de pago, hoteles de lujo y barcos que cruzan el lago Grey para llegar a la base del glaciar en pocos minutos.

Nosotros hemos sido unos afortunados. Apenas gente ni en el parque ni en el albergue; el lunes a las 12:00 horas cuando llegamos dejamos las mochilas y subimos a la base de las Torres (más de siete horas entre ir y volver, en una ascensión de cerca de 800 metros de desnivel) por un recorrido que alternaba zona de matorral, bosque de "falsas hayas" (Notofagus sp.) a punto de reventar anunciando la incipiente primavera que aquí está comenzando, y zona de derrubios de los glaciares que bajan de las torres.

Al pie de las torres almorzamos con la botellita de vino, que nunca nos ha faltado en un país como éste, de excelentes caldos; el día, como prácticamente todos desde que empezamos el viaje, expléndido, y la compañía, de primera.

Por cierto, hablando de grandes cambios: El Calafate, que antaño era un pueblecito arreglado y de no más de 5.000 habitantes, es ahora una pequeña ciudad en medio de la patagonia Argentina, donde según previsiones en el 2015 esperan alcanzar los 50.000 habitantes. Un municipio que basa su economía en los servicios turísticos, y que cada vez se parece más a Bariloche: hoteles, tiendas de recuerdos, supermarkets, ... y hasta su casino, con ruleta americana y todo, donde por la noche, cómo no, tentamos suerte. Esta vez no pudo ser.

Esta mañana para rematar nuestro paso por el Paine, nos hemos ido a montar a caballo en torno a un lago de impronunciable nombre: Nordenskjöld. Tres horas de paseo con trotadas y cabalgadas incluidas; un remate que nos ha permitido avanzar en todo tipo de medios de transporte: avión, tren, coche, bus, caballo, barco, barcaza, etc. Todo un lujo.

Mañana por la mañana nos acercaremos a ver una pingüinera en el Estrecho de Magallanes. Esto pondrá casi fin a tres semanas de periplopo por el país más largo del mundo, Chile, que se extiende a lo largo de más de 4.200 km en una estrecha fanja entre la Cordillera de los Andes y la costa suroriental del océano pacífico; su máxima anchura la alcanza en el norte, con 440 km, mientras que la menor de las anchuras, en el sur, apenas alcanza los 90 km.

Y esta noche, poco antes de escribir estas líneas, una cena de primera en "La Luna" de Punta Arenas.

Un beso para tod@s desde casi el fin del mundo.